martes, junio 19, 2012

Al final, todos caemos


El problema del dragón plateado de siete cabezas es que era un pesado.
Siete conversaciones a la vez, y tan sólo un par interesantes. No sé qué tienen de especiales estas criaturas mágicas. Es como el burro que cocinaba pasta. Al tercer mes, uno acaba pidiendo de rodillas una ensalada (o helado, pero eso lo sabía hacer el chimpancé con tutú). Esto es un perro que caga, mea, ladra y...y...pues eso, un perro. Vale, veo que no les convence. ¿Y el dromedario que toca las maracas todo el día?






No hay comentarios: