miércoles, mayo 23, 2018

Sin dormir por dormir sin dormir


Sin dormir por dormir sin dormir, háyase mi estimada amiga ninja Judith, le pueden las responsabilidades de madrugada, cuando los párpados deberían estar cerrados, y por las mañanas está sin dormir por dormir sin dormir. Los cafés le ayudan a estar, los rayos del sol a ser y las sombras a aparecer y desaparecer. ¿Cómo te puedo ayudar?, le pregunto. ¿Quién te ha dicho que necesito ayuda?, me responde. Y desde ese día y no hablamos más. Acabó en la cárcel por atropellar y matar en estado ebrio a una pareja de vampiros de Benidorm.

Suena familiar


Todos la miran con la mandíbula desencajada, revolotean por su aura de irresistible tentación, fuerzan sus sonrisas y son amables a rabiar. Tna obvios, tan serviciales, que ella no puede evitar partirse de risa en su interior. ¿Tan básicos son los dioses? ¿Tan frágiles de coraje son que no saben mentir a desconocidos?. Compiten entre ellos, sin violencia pero con celeridad, por ver a quién lanza una sonrisa o una mirada. Y cuando les mira fijamente, agachan la cabeza y se esconden como tiernos niños que han robado un trocito de cielo. No sabe si le produce ternura o rechazo, asco o resignación. Todos la miran con la mandíbula desencajada, y a ella le da absolutamente igual, ya que ha terminado de comer un buen plato de eternidad y sabe que, otra vez, no tendrá que pagar por pecar.

miércoles, mayo 09, 2018

Estufita


Desmenuzando el vacío ya olvidado

de la insatisfacción milenaria,

aquella que es tan absurda que es

tangible y aburre a las pestañas.

Deshaciéndolo en pedacitos muy

chiquititos para demostrar que

las tornas han cambiado,

que somos poderosos después

de haber dormido tres siestas,

después de haber sonreído debajo

del agua del mar.

Creo que asiento porque tu sonrisa

me rodea y me convence de la

inmortalidad de tu estupenda pasión

por volar con el estómago lleno,

me dejo llevar por los recovecos

de la despreocupación de una caricia,

que se convierte en dos, y luego en tres,

y en amaneceres luminosos pero rígidos,

y en anocheceres eternos cubiertos de deseos

y placeres divinos y terrenales....

Tengo ya las manos sin nada que desmenuzar,

las junto entrecruzando los dedos,

y me pongo a bailar sentado,

agitando las manos juntas,

con el ritmo que marca la espera

del poder volverte a besar

lunes, mayo 07, 2018

Somos rios, como Miguel


Ensimismado estoy en mi reflejo del espejo porque no acabo de reconocerme del todo. Yo tengo el pelo largo y el reflejo del espejo es calvo. Yo tengo los ojos marrones y luzco una severa perilla y el reflejo del espejo tiene los ojos verdes y está completamente afeitado... Estoy asustado. Busco y miro alguna foto de perfil que tenga en el Facebook y confirmo que sí, que el del reflejo del espejo no soy yo. Hago gestos y caras y el reflejo también los hace, al unísono.

Nervioso y preocupado, busco otro objeto con el que pueda ver mi rostro reflejado pero en casa no tengo más espejos. Así que salgo y voy al ascensor, que tiene uno bastante grande. Y me sorprendo: ahora la imagen del reflejo es una mujer asiática, me veo de menor estatura y, definitivamente, no soy yo. ¡ Ni siquiera soy mujer! Empiezo a asustarme mucho. Y lo hago más cuando cada vez que veo mi reflejo, soy una persona totalmente diferente. ¿Me estaré volviendo loco? Iría a un psiquiatra pero seguro que me encerrarían. Busco alguna explicación, sea ridícula o no, así que enciendo el ordenador y en el buscador del navegador pongo “ sabios asequibles”, ya que no tengo mucho dinero y, casualidades, encima de mi piso vive uno.

Corriendo, subo las escaleras y pico el timbre con fuerza. Le expongo al sabio asequible mi situación, le digo que cada vez que me veo soy diferente pero no soy mi yo real. Y él me contesta:

-Que no te reconozcas no quiere decir que no seas tú. Siempre cambiamos, aunque no queramos


viernes, mayo 04, 2018

Sociedad mala, sociedad maligna


Van en manada, ruido de fondo, alzan la voz el grupo de chicas, se pisan entre ellas con palabras e insultos. Van a la caza, ojos nerviosos, buscando entre las sombras de la noche a su desprevenido objetivo. “ Ami cuando al javi la beia con otra la pegaba”, dice una de ellas, la alta, la más espigada, que tiene un tatuaje en el costado izquierdo, cerca del ombligo 2 pero ya no lo hago, dice. Todas visten igual: tejanos que enseñan los tobillos, aunque haga un poco de frío, y top de color claro. Lucen una morena melena larga recogida en con una goma, y el teléfono lo tienen metido dentro del pantalón, sobresaliendo a la altura del viente, sujetándose entre el cuerpo y el pantalón. Dos de ellas fuman, los nervios de la cacería son. Continúan hablando, hasta que una de ellas, la afectada, con los ojos llorosos y los puños cerrados, empieza a golpear una puerta metálica, seguramente un acceso a un párking, y grita con furia: “ la mato, la matoooooo”. Van de cacería, pobre la víctima. Es de noche y un grupo de chicas están furiosas. Así es la tercera canción de la banda sonora de la ciudad