jueves, marzo 21, 2019

Restos de


Tremenda la gloria de la responsabilidad impuesta por los dictámenes de la naturaleza. No, por los dictámenes de la triste sociedad. No, por los dictámenes del dolor de la magdalena con sabor a pena. No aguanta más Gea los sufrimientos cotidianos de las irresponsabilidades de sus numerosos hijos .

¡Echad a andar sin mí! Sois divinos, sois inmortales!

Pero los gritos, que retumban por todo el Olimpo como espejos que se rompen al tocar el suelo, suenan de noche e interrumpen la suave paz de los sueños. Siempre de noche.

¡Dejadme, por favor, dejadme! ¡Echad a andar!

Pero siempre vuelven. Y, así, toda la eternidad

1 comentario:

Anónimo dijo...

Vamos ya, descalzos y sin coderas, hacia el frío de las farolas, que ya no brillan como antes. El azulado mercurio, enfrió el sodio de nuestras cruces.

(Polilla vieja)