miércoles, diciembre 28, 2016

Ya sabemos cómo son las cosas


No me mires a los ojos de la gente, dan miedo, siempre mienten, que decía aquel. Descubrió las gafas de sol, los ojos a oscuras, tapados, protegidos de los rayos solares y, también, de las miradas ajenas. Seguro y feliz se sentía. Pero se dio cuenta de queera inútil, cuando pasaba alguien a su lado con gafas de sol, veía la dirección de la mirada del otro, y pensaba que de nada servía llevar ése tipo de gafas si a uno le veian las intenciones. Y dejó de llevarlas. Decidió mirar al sol directamente. Sus ojos secos ahora están, casi ciegos, inservibles pero ocultos a las pupilas ajenas. El sol. Siempre él.

martes, diciembre 13, 2016

Diario de un pesimista que no se ducha


Todas las desgracias y las desdichas están colocadas, una a una, en fila india. No alcanzamos a ver el principio ni el final, pues es un círculo vicioso repleto de obviedades, y uno no sabe cuando empezó su incomodidad con los azares de la vida.

Intentamos recordar causas, metáforas, razones herméticas de por qué tenemos, a menudo, un sabor amargo que nos inunda la boca y tapa los rayos del sol. Tanta energía en la insatisfacción, en el berrido, en el chantaje al que nos somete la incertidumbre de la existencia que olvidamos, y obviamos, una hecho esencial y capital: a nadie le importa una mierda nada. Y a los que sí, tal vez mientan.

jueves, diciembre 01, 2016

Relato de mierda sin inspiración


Sentimiento, ganas, albóndiga. Fuerza, croquetas, coraje. Siempre comía. No era por ansiedad ni por menosprecio a su persona; simplemente, le gustaba comer. Se zampaba todo lo que podía, a ser posible todo natural. Comía sin piedad, sentado o tumbado. Cuando algún incauto le llamaba gordo, lo devoraba. Entonces era cuando no podia ir al lavabao, la gente le sentaba mal. Obviamente, acabó en la carcel por hacer desaparecer a la gente. En la cárcel dejaron de llamarle gordo, tan solo era un número.