jueves, marzo 15, 2007

Te lo dije


El voyeur se zambulle entre la multitud, la respete o no. Se sumerge en ella y observa todo lo físico, lo inhumano, las sonrisas, las manos, el gesto de los hombros, etc...Tiene el control sobre una situación ficticia. Es poderoso porque es invisible.

Pero hay un momento, no sé si de debilidad, en el que el voyeur se siente alterado, y es ver a otra persona haciendo exactamente lo mismo que él.
Y lo sabe, porque rápidamente los dos apartarán la mirada y, a los pocos segundos, volverán a mirar de reojo para cerciorarse de estar en lo correcto. Y éste paso se repetirá tres o cuatro veces.

Ante esta situación, el voyeur se siente incómodo, y marcha a otro lugar en donde la multitud sea solamente suya.
Al menos, eso era lo que me decía mi abuelo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy cierto, camarada. Por experiencia sé que observar a otro que observa termina por volverse demasiado incómodo. (Opcional: Reflexión estúpida sobre el espejo, Borges y las nueces de California)

Lo que sí que mola es taladrar a la gente con tu mirada de tarado en el metro o transportes similares. Solo mirar, ojo. Tan sólo una vez, un tío me aguantó tres paradas sin pestañear y me tuve que rendir como un cobarde. Vaya mierda.

Un saludo, y a ver si me paso más por aquí.

vomiton dijo...

o acabas viéndote con cara de mono, cortesía del muy animado Sartre.XD

No puedo aguantar la mirada mucho, la mirada es el alma (dios, esto suena a Pantoja)

un saludo!!