martes, octubre 16, 2018

Si fuésemos melancólicos


Volvía a casa caminando, pensativo, agotado después de una jornada laboral anodina e insípida. Era de noche y mi mente estaba vacía. Una familía de cuatro persona ocupaba toda la calzada. Dudaba si adelantarles por la derecha o por la izquierda. Lo hice por la izquierda. Al cruzar un semáforo, vi como dos chatarreros gritaban a un taxista por no dejarles pasar cuando el taxista tenía preferencia. Pero un chatarrero siempre da respeto, dos asustan. Al llegar a casa,en el portal, una vecina muy mayor discutía con otra vecina más joven. No sé que se increpaban pero tampoco me interesaba. Y por fin entré en casa, y vi su bella sonrisa. En un mano tenía un puñal. En la otra, una metralleta. Me preguntó que qué tal el día y, yo, me puse a llorar

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