lunes, mayo 22, 2017

La resistance II


Por la mañana, cualquier mañana, veo a infinidad de madres con sus criaturas empujando los carritos que llevan a sus respectivos bebés. LLevan, las madres, gafas de sol y visten calzado cómodo. No veo ningún hombre, ningún padre. A estos últimos los veo al atardecer, algunos hacen caso a sus criaturas, otros no, otros tienen la mirada perdida, están ausentes en su lejania. Son familia por automatismos. Un te quiero, paseo, cariño, dissabte hem d´anar a lo del Carles i l´Esther.

Pero me doy cuenta de que yo también me rijo por automatismos, ya que es lo más cómodo para sobrevivir en esta vida que es ruido, que es furia. Quiero romper con esto, quiero ser libre como una polilla en la oscuridad. Así que hoy no voy a llevar ropa interior. ¡Qué se joda la cadena! Es más, puede que mañana no vaya a trabajar. Bueno, mejor no precipitarse. Continuaremos con lo de no llevar ropa interior; el resto, ya se verá.




miércoles, mayo 17, 2017

L@s presumid@s


Hombro ladeado, ceja medio arqueada, labios que palpitan, amabilidad exótica...¡Amo a l@s presumid@s! Siempre tan atentos, siempre tan coquetos, eternos en su sensualidad, flexibles en sus filigranas seductoras. La normalidad es su habitat, aunque saben cómo exprimir su simpleza. ¿Quién no ama a l@s presumid@s?

Fascinado, un día hablé con uno de ellos. Quería saber, quería comprender. "¿Juras mantener el secreto que te voy a decir?", me dijo uno de ellos. "Sí, por supuesto,", dije yo. "En realidad, somos un proyecto financiado por el gobierno. Nos preparamos para ser presumid@s por una simple razón: el día que vengan los extraterrestres, seremos l@s primer@s en recibirlos", me explicó. Y ante eso, solamente pude parpadear de admiración y suspirar coquetamente.


viernes, mayo 12, 2017

El hombre de la tos eterna


Siempre tosiendo. Un carraspeo, otro más sonoro, un supiro, y a toser. Siempre tosía. Normalmente, era una secuencia sonora de tres momentos. El primero era el que más ruido hacía. El segundo era más tímido. El tercero, era una anécdota. Siempre tosía siempre tosiendo. Conseguía, en ocasiones, no toser durante un par de días, pero siempre acababa volviendo su asincopada musicalidad. Años más tarde, después de su defunción, se descubrió que él fue el origen del virus que hizo que media humanidad acabase bailando el baile del pañuelo hasta la muerte. Fin.


Foto jasoneppink

martes, mayo 09, 2017

Los límites del camino


Memorizando hechos que serán respuestas; pregunta, pregunta, pregunta... Hechos que serán respuestas, fijo.

¿Están bien?


En general, sí

¿Algún tipo de revelación?

Ninguna


Cuando cree que ya lo sabe todo, o casi todo, una nueva vieja preocupación le destroza la memoria. ¿Era? ¿Soy? Tiene que remontarse al principio. ¿Quién se acuerda del inicio?. No te desvies. Venga, vuelve al principio y construye, como si fuese un juego de lego. Los colores dan igual (o no), lo importante es la estructura. Vuelve diez años atrás. En la mitad del principio. ¿Era? ¿Soy? ¿Por dónde vas? Improvisas porque no tienes memoria, hechos que serán respuestas, respuestas que cambian de estado, difusas e intimidatorias. Algo has construido, un bloque sólido que hace aguas si te fijas bien. Pero, claro, no estás atento, y ya estás en el final del principio, y vuelves a improvisar, pues ara viene el inicio del intermedio, y aquí si que nadie te puede ayudar

lunes, mayo 08, 2017

Más carrerilla


Fue en busca de misterio y volvió con libertad

aññsijmojivjmvjmañdvmdñvdovmjv
dñsdkñadsvmañsovkmñsmdv
mjdsvjlsdñjvmñlas

Abrumad@ con tanta reponsabilidad, limita la pasión con el orden, tanta libertad para tanto desorden. Sentad@ en el segundo escalón, esperando a que alguien abra la puerta. Entrada----salida.

aundadalsdlsanlasdlansdansd

¡No seas ventrilocuo!

Seamos seri@s, dice el viento. Posado feroz, reflexión de cinco minutos, solemnidad con filtros, parecía todo un gran puzzle, ahora es libertad.

Siéntate, déjame que te cuente algo. Inventado, improvisado, disfrazado. Pero algo.

pmadasaslmfjñlafm
asdasmdsla
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viernes, mayo 05, 2017

Cecicilo G.


Mérito hereditario,
vomito a diario,
no quiero este calvario
de ser como Macario
Este impulso y frenesí,
el alma color carmesí,
sin freno y cuesta abajo,
soñar no me cuesta trabajo,
porque la gente demente siempre miente
les enseño las caries de mis dientes
Ruido en el estómago, silencio en la mente
shhhhh, shhhhh
Gestos torcidos, malheridos
sentimientos mal medidos,
enfados perdidos,
en todos los putos sentidos





jueves, mayo 04, 2017

Piratas de macarrones


Me gustaría saber insultar bien, con elegancia y mala leche.
Me gustaría saber halagar elegantemente, con estilo y savoir faire.

Hola, monalisa desdentada, qué presencia más estelar a pesar de tu aliento de garrapata.
Hola, mongólico ser con pelo en el cuerpo, tu cara de albóndiga es delicia putrefacta.

Esto no puede ser, esto lo tengo que remediar. Remedios Amaya te invoco.

No sé insultar ni halagar, siempre se magnifican mis palabras. ¿Es que nadie capta la "significancia"?

Pirata de macarrón, belleza angular, robusta escoria humana, deliciosa sobaquera astral, eterna decrepitud uvenil, estofado de tonterías, jalisco de puñetazos

¡Qué mal se me dan las palabras!

Necesito un remedio casero,
que no continue con un pero,
para "darme a entender"
y poder ayudar a comprender
lo que dicen mis pupilas:
guiño, guiño, rana
quiño, rana, guiño,
caballo, morsa, tulipán

miércoles, mayo 03, 2017

Carne estirada no sirve ni pa´ perro


Mimetizados con el ruido los sentimentalismos están, esa nostalgia que nos hace volver al pasado, y suspirar reposadamente. En dias nublados, el desvencijado piso apenas estaba iluminado, pero en días soleados se podía vislumbrar el polvo acomulado en cualquier superfície del pequeño apartamento.

Era un día semi soleado, así que el piso estaba como suspendido en el aire. Reposaba la mirada en ningún punto concreto, dilucidando las trifulcas interiores que ocurrían entre espera y espera. Quedaban cinco minutos para que quedasen cinco minutos. Así avanzaba el tiempo. De repente, el timbre sonó sin melodía. Se levantó perezosamente y fue a abrir la puerta. No miró por la mirilla, abrió directamente la puerta, como para asustar a quien hubiese hecho sonar el timbre. Para su sorpresa, no había nadie, tal vez se habían equivocado. Cerró lentamente la puerta, como si esperase que en el último momento apareciese alguien diciendo: he sido yo. Pero nada. Decidó volver a sentarse en el sofá.

Pero al cabo de poco tiempo, el timbre volvió a retronar, aunque esta vez no se levantó a abrir la puerta. Se quedó sentado, quieto e inmóvil. No quería levantarse en vano, así que esperó a que el timbre sonase una tercera vez. Podía esperar. Todavía quedaban cinco minutos para que quedasen cinco minutos.