jueves, enero 21, 2016

Sin sospechar


Esperando en un cementerio de neuronas y de alegorías, el frío maltrataba mi maltrecha alma y conseguía que me impacientara más. El dios-ruido tardaba más de la cuenta, siempre era puntual. El viento soplaba y hacía cosquillas a todo el decorado que era real. Y el dios-ruido que no venía. Yo me desesperaba, tanto no podía tardar. Los minutos ganaban la carrera a los segundos , mi desesperación se elevababa más y más, hasta a acariciar las brillantes estrellas y el mal caracter de Zeus. Mientras cerraba los ojos conscientemente suspiré una ténue palabra malsonante y, obviamente, el dios-ruido me saludó



No hay comentarios: