Y el anciano, rugoso y ciego, llamó a los niños a que se sentarán a su alrededor y les preguntó si sabían por qué las lejanas estrellas brillaban. Y la historia empezaba así:
"Hace muchos muchos años, un ser malvado que no tenía nombre pero que sabía el de los demás arrasaba sin compasión y aniquilaba holgadamente a cualquier ser viviente o ente ajeno a su inquina y su eterno horizonte.
Las estrellas fueron una de sus víctimas. El ataque del ser malvado fue lanzado sin previo aviso, destrozando por sorpresa sueños y esperanzas varias. Las estrellas huyeron y se escondieron abandonando todo. Permanecieron años y años agazapadas y en soledad, pues éstas se habían separado de sus seres queridos y sus enseres divinos ante el repentino destrozo causado por el ser malvado. Pero ya cuando morían y agonizaban, cuando la desesperanza daba paso a la quietud, decidieron brillar y brillar y brillar para poder despedirse y encontrar antes de su funesta muerte a sus seres queridos y sus escasas amistades. "
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