lunes, mayo 07, 2018

Somos rios, como Miguel


Ensimismado estoy en mi reflejo del espejo porque no acabo de reconocerme del todo. Yo tengo el pelo largo y el reflejo del espejo es calvo. Yo tengo los ojos marrones y luzco una severa perilla y el reflejo del espejo tiene los ojos verdes y está completamente afeitado... Estoy asustado. Busco y miro alguna foto de perfil que tenga en el Facebook y confirmo que sí, que el del reflejo del espejo no soy yo. Hago gestos y caras y el reflejo también los hace, al unísono.

Nervioso y preocupado, busco otro objeto con el que pueda ver mi rostro reflejado pero en casa no tengo más espejos. Así que salgo y voy al ascensor, que tiene uno bastante grande. Y me sorprendo: ahora la imagen del reflejo es una mujer asiática, me veo de menor estatura y, definitivamente, no soy yo. ¡ Ni siquiera soy mujer! Empiezo a asustarme mucho. Y lo hago más cuando cada vez que veo mi reflejo, soy una persona totalmente diferente. ¿Me estaré volviendo loco? Iría a un psiquiatra pero seguro que me encerrarían. Busco alguna explicación, sea ridícula o no, así que enciendo el ordenador y en el buscador del navegador pongo “ sabios asequibles”, ya que no tengo mucho dinero y, casualidades, encima de mi piso vive uno.

Corriendo, subo las escaleras y pico el timbre con fuerza. Le expongo al sabio asequible mi situación, le digo que cada vez que me veo soy diferente pero no soy mi yo real. Y él me contesta:

-Que no te reconozcas no quiere decir que no seas tú. Siempre cambiamos, aunque no queramos


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