jueves, abril 19, 2018

Alergia a vivir



Hastiado estaba el rey. Su pasión era oír cuentos e historias a todas horas, y para eso tenía una cuentista reconocida en todo el reino, Enav Le Guin, la cuál había estado en todas las partes de Gea viajando y recopilando cualquier tipo de historia. En los reinos olvidados de Trafalmore, en el árido desierto Alfano, en los violentos mares de oriente...De todos ellos tenía mil historias, reales o no.

Pero el rey estaba hastiado ya que todas, absolutamente todas, las había oído una infinidad de veces.

-¿Le conté, su ilustre majestad, la historia del dragón de cristal con cara de Gewrt?- preguntaba la cuentista Enav

-Sí-, contestaba desganado el rey, apurando su copa de vino élfico

-¿Y, su ilustre majestad, el cuento de los siete calvarios que padeció el gran héroe de las guerras Asgardianas?

-¡No me tortures más! Claro que sí-, respondía el rey.

Su frustración se convirtió en indignación, un fuego de ira interior le hizo incorporarse en el pomposo trono, su rabia por no tener historia nuevas, sumado al considerable efecto del vino, le hizo enfadarse más y más. Hasta que..

-¡Estúpida cuentista! Te he pagado demasiado oro para que tus repeticiones se conviertan en mis agonías...¡Exijo que me cuentes una historia nueva ahora mismo!, una que nunca haya oído!Si no, entenderás porqué soy temido por mis enemigos

-Muy bien, contestó Enav Le Guin sacando un puñal de su túnica ancestral, le voy a relatar la historia de su muerte


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