lunes, octubre 05, 2015
Ya sé lo que hago
Estaba con mis amigos desconocidos apedreando átomos en Palamós cuando tuve tres revelaciones.
La primera era indiscutible.
La segunda era mejor que la primera. Era visceral y eterna.
La tercera dudé si era una revelación o acidez de estómago.
Mejor vida, mejor reposo. Mi abuela nunca me compró un oso. Y son esos detalles los que me alejan de la fe. Por educación dejamos que otro haga el ridículo. Intenté patentar las revelaciones pero éstas eran arquetípicas. Entonces tuve una cuarta revelación. Y me puso tan cachondo que no pude evitar masturbarme. Y desde ese día no paro de hacerlo. Por eso, señor agente,estaba masturbándome en el parque. No por los niños y sus padres, no por las diversas mascotas caninas. Simplemente no puedo parar de masturbarme. Podría ser peor, ¿no?
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