miércoles, julio 22, 2009
Costra
Amablemente, se sentó en
el asfalto. Lo palpó con
su mano derecha. Era de día. Se incorporó.
Pero no era él.
Eran sus ojos que
se marcharon carretera
arriba. Visitaron
mucho mundo; estuvieron
en Rusia, Ecuador, Italia...
Tantos lugares, que
se convirtieron en
ojos siderales y visitaron
también otros mundos y
otros planetas.
El hombre volvió a
sentarse y, esta vez,
no palpó el asfalto.
p.d.: no sé sin esto ya lo he colgado, pero es que hace mucho calor
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