Iba a comerme un tazón con cereales y cuando estos se revelaron ruidosamente, como hooligans enfurecidos. Vomité los pocos que entusiasmadamente había devorado. Debido a este espontáneo gesto, me perdonaron e hicimos una fructífera alianza. Ahora tengo un ejército de frostis y de chocochips que son el hazmerreír de la ONU

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