miércoles, mayo 28, 2008
Drunken Maria
Sin hoja de ruta, los borrachos
cantan cogidos de la cintura.
Hay uno que balbucea sentado
en la acera, encima de un
mojado suelo, pues acaba
de llover.
Aparece otro con más alcohol,
lo beben y, milagrosamente, no
discuten. Se vuelven a coger
de la cintura y todos se
transforman en una opaca
botella de licor.
Todos menos el que estaba sentado,
no ha llegado a tiempo
para fusionarse. Pero sí, en
cambio, para beberse
la última copa.
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