lunes, febrero 25, 2008

Así


Los espías mueren en los callejones más andrajosos de las ciudades.Lo solía decir mi abuela y, extrañamente, tenía razón.

Un día, haciendo pis en un callejón, vi un hombre muerto. Primero me acerqué con cautela, receloso. Luego, comprobé si estaba aun vivo. Y, finalmente, le registré para saber quien era y si tenía algo de "dineros".

Pero observé como un cartílago en el cuello, como un jirón en la piel. Lo toqué y más piel se desprendió. Tiré y tiré y resultó que el "supuesto" espía era mi abuela disfrazada: quería darme una lección, quería demostrar que tenía razón.
Ambos reímos y nos fuimos al bingo.

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