viernes, enero 26, 2018
Los detalles
Moría yo lentamente, señalado por los malos y acorralado por los indeseables. Y, en esa tesitura, intentaba recordar tu sabor. ¿Era vida? ¿Era sueño? Pasaba la punta de mi lengua por mis finos labios ¿A qué demonios sabías? Cuando pensaba que era dulce, un punto salado nublaba mi mente. ¿ Sabías a arándanos? ¿Sabías a canela? ¿O era a mar? Seguía yo atosigado por la gente mala, por los desgraciados demonios con objetos punzantes que clavaban en mi flácida carne y retorcían con poca delicadeza. El dolor ya no existía, tan solo un aturdimiento monótono y clásico. Y yo seguía sin saber a qué sabías. ¿A pasado? ¿A presente?. Me esforzaba en averiguarlo, pero no lo conseguía...Moría. Muero. Fin.
martes, enero 23, 2018
La cordialidad del existencialismo
Camino caminando en un día normal, no blasfemo, con la intensidad justa para no desbordarme, tanto emocional como físicamente. Así, pues, camino y a una cierta distancia distingo entre la escasa multitud a una persona conocidada. No amiga del alma ni alguien a quien odiar, simplemente a una de esas personas que suceden, y poco más, en la vida de uno y ya está.
Pues al pasar por mi lado, a escasos metros, hago un gesto con la cabeza, levantando el mentón para saludar pero la otra persona me ignora, continua caminando e ignorándome cuando yo sé que me ha visto. Se ha hecho la despistada pues imposible no reconocer a alguien a esa distancia..
Pero, venga, me digo que da igual, que no pasa nada. Sigo caminando, mis piernas obedecen a mi cerebro, y me percato que apenas hago ruido al caminar. Entonces, vaya tú, me fijo que a lo lejos, no mucho pero lo suficiente para utilizar la expresión " a lo lejos" veo a otra persona conocida, del mísmo perfil que la anterior con la que me había cruzado antes, pero que me cae ligereamente mejor. A medida que la distancia se acorta, empiezo a sonreír y cuando emito un breve "eh" para saludarle, pasa de largo. Negándome el gesto, negándome el saludo.
Y yo me enfado. No es tan difícil saludar, no es tan difícil realizar un gesto efímero de concordia, y resuena en mi cabeza la vieja cantinela de que la gente es más arisca en la actualidad que antaño. Sigo caminando, divagando la bordería de la gente cuando, otra vez, sí, a los lejos, veo a otra persona conocida. Realmente me da pereza saludarla. Y me pongo tenso y rígido. Tengo que hacerme el despistado, que no se note que la he visto y no quiero saludarla. Pongo cara de que pienso, pongo cara de que no estoy en este planeta, de que estoy muy lejos, demasiado lejos, cara de estar abstraído y absorto en preocupaciones tan intensas que me impiden darme cuenta de que hay una persona que conozco y no la saludo.
Por fin, pasa el trámite de ignorar un saludo y no puedo evitar sentirme culpable. Continuo caminando, yo antes no era así. Antaño, todo me importaba una mierda. En la actualidad, todo es irreal.
lunes, enero 22, 2018
Meritocracia familiar
Señora 1-Pues va y muere con 18 años aplastado por 5000 escobas
Señora 3-Vaya!Pobrecico!
Señora 1- Pero, calla, que luego va y se muere otra vez, esta vez atropellado por un camión
Señora 3- Jesús!
Señora 1-Sí, sí. Y luego, fíjate, murió por una intoxicación
Señora 3-Cómo están las cabezas! Y no le has dicho a tu hijo que deje de morirse?
Señora 1- No, no : para una cosa que hace bien en esta vida, mejor dejarlo
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