martes, diciembre 22, 2015
El simpático de turno
Mira, estoy un poco hasta la coronilla de las tonterias de los demás. Lo digo con cariño y amor, sin hipocresía y con educación pero es insoportable las sandeces que tiene que oír uno en su día a día. La semana pasada iba caminando por la calle y un señor de 215 años que estaba hablando por teléfono le decía al receptor de su mensaje que la vida era eterna, que la vida duraba lo que tenía que durar. No sé si tenía razón o no pero no hacía falta ir gritando y tampoco era necesario que vociferase cuando era yo con el que estaba hablando por el teléfono.
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