miércoles, septiembre 02, 2015
Sin espalda para cargar espaldas
Con permiso del corazón,
audaz motor y pésimo
compañero, compagino
el ser con el estar.
Soy de todo pero en
voz baja.
Estoy aquí, presente
en el presente e
inquieto por el sol.
Protagonista de mis
conspiraciones de azúcar,
adúltero con la fealdad,
estúpido en mi inocencia.
Con permiso del corazón,
empezaré a asumir
lo ajeno como mal
necesario para
vomitar la propia suciedad
pues la responsabilidad
sonora de un horizonte
de papel recae, principalmente,
en la punta de mi amapola
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