Hermonso

¡ Hermonso! ¡ Hermonso!
¡ Qué hermonso es bailar la copla! Con sus palillos y sus faldas giratorias.
Después del apetito, viene el “ Pajaritos” y el que está un peldaño por encima de él. Puentes, jaulas, caídas de gran altura; y la herencia para el “amigo”

Luego, la peregrinación. Y no al Tibidabo ( calamares con sabor a “pescaíto”). Y al primer mejunje, la chica enseña su ropa interior. Encuentros amistosos y farándula agradable. El reloj dice que las puertas son para los osados.

Todo oscuro está. Arriba y o. Un señor amarillento, padece de no timidez. Mejor ir a Pakistán. Muy lejos no está. Y sucede que saluda Puyol. Que hay un señor calvo que rivaliza con un muñeco de futbolín.

¡Cuidado!

En la piscina humana, sobrevuela la figura de Guily haciendo un “superman” con su moto. Pero sufre una regresión a sus días de estudio. Es joven y viste bigote. Aparecen muchos más. Todos azules y granas. Sobre todo, Ezquerro flota con cachirulo y rojo pasión.

Ojo, que existen casas rojas. No son pijamas, pero son rojas y blancas. La propuesta del día es poner una barra de bombero, pues ella dice que conoce mucho a los bomberos. Alardea de patosidad, pero más lo soy yo. Aunque preferiría estar en el sofá de espectador, y ver el descenso de un ángel. Me ahogo, fingiendo con el ojo.

Llega el baile, y una isla azul me retuerce la mano, no una, sino dos veces. Disimulo, pero es demasiado tarde. El crujido es oído a través de las fronteras. Carcajadas infinitas, mandíbulas desencajadas.

Acaba la noche con gaviotas sobrevolando una metálica grúa. Y me percato de que tengo manos. Sonrío. Fuerte. Poco antes, los edificios me han hablado. Me han saludado efusivamente. Había uno maligno, pero los demás han sido más expresivos.



p. d.: Noche brutal la del domingo. Brutal, apoteósica, finalizando con The Zutons. amabilidad y grande, muy grande. ¡Genial! ¡ Apoteósico!