martes, febrero 06, 2018

Psicodelia los martes, guisantes los lunes


Caminaba por el terrible y seco desierto el sultán deshauciado, bajo los repetitivos y punzantes rayos de sol, que le abrasaban la piel del rostro y apenas le dejaban respirar. Su rostro estaba empapado de sudor, y arrastraba un sarcófago atado a una cuerda que le volteaba la cintura. Inclinaba su cuerpo para hacer fuerza y tirar del sarcófago.

En su largo camino desde el inicio de su condena, primero se encontró con un viejo comerciante.

"Tú en tu soledad sonora, ausente de hogar y con el rostro empapado, vagando por esta condena de calor. Veo que agua no llevas, y mi vasija rebosa de ella, ¿Aceptarías esta vasija por el sarcófago que arrastras amargamente?


El sultán deshauciado apenas le prestó atención, seguía vagando sin rumbo, arrastrando con parsimonia el sarcófago. Dejó atrás al viejo comerciante. El sol brillaba con fiereza, y él caminaba apenas con los ojos abiertos, supirando la falta de todo.

Siguió caminando y se encontró un bandido de mirada severa. Éste último metió su mano lentamente debajo de su túnica para sacar un afilado cuchillo, pero cuando vió lo que arrastraba el sultán deshauciado, guardó el cuchillo sin emoción y se quedó observando el lento caminar del amargo condenado, que se alejó a un ritmo lentísisimo, casi de desesperación.

Su tercer encuentro fue con una serpiente

"Tal vez te entienda, tal vez no. Hete aquí que hablas con un animal, y yo hago lo propio con una persona. Tal vez seamos dioses, quimeras atrapadas en este desierto de calor y furia que intentan comprender su suave tempestad. Tal vez, si yo te muerdo, y tú me muerdes a mí, despertemos los dos en una realidad soñada, que sea nuestra.¿ Me dejas morderte?"

El sultán deshauciado, se quedó observando a la fina serpiente, pero emprendió la marcha al cabo de un buen rato.

Los surcos que iba dejando el sarcófago en la arena eran presentes sin final...

Los surcos que iba dejando el sarcófago en la arena eran presentes sin final...

Los surcos que iba dejando el sarcófago en la arena eran presentes sin final...


Y a esto que llegó la noche, la luna en el cielo iluminando las sombras y los sueños. El sultán deshauciado cesó su peregrinación, y desató la cuerda del sarcófago y de su cintura. De rodillas,se arrastró hasta el sarcófago y lo abrió. Se inclinó, y abrazó el cuerpo que había en él, que era exactamente igual que sí mismo. Y el cuerpo al que abrazó, fue girando lentamente, incorporándose, hasta meter su cuerpo dentro del sarcófago. Lo cerró y volvió atar la cuerda. Miró las estrellas. Se ató el otro extremo de la cuerda a la cintura y empezó a caminar. Una vez más.



p.d.: portada Quentin Gas & Los Zíngaros

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