jueves, agosto 10, 2017

Licitaciones Garcia


Era uno de esos días que amanecían de color gris pero que se volvían azules a medida de que a los segundos le crecían canas. Caminando iba cuando, al torcer una calle, me encontré que delante mío una madre, de edad indeterminada, de esas personas que podrían ser más jóvenes o más que uno mismo, llevaba en sus robustos brazos un hijo de siete cabezas. No por feo, lo de las siete cabezas, si no por lo enorme que era. No debía de tener más que cinco años, el pequeño. "Biel", dijo la madre," podries baixar i anar caminant una miqueta que a la mama li fa mal l´esquena?". El enorme niño asintió, y empezó a caminar junto a su progenitora. "Gràcies, Biel", dijo la madre.

¡Qué nudo se me hizo en la garganta!¡Qué gesto más bonito el de la madre! Sería por el día que había empezado gris y ahora era azul, en el momento familiar, que me emocioné cosa mala ¡Eso sí que era una madre estupenda!

Seguí caminando detrás de los dos durante unos minutos, y justo topamos con una manifestación. Afiné la vista y me percaté de que la congregación de gente era, en realidad, una protesta fascista. Negué con la cabeza, indignado por tamaña estupidez, no por el hecho, sino por la temática. Entonces, la madre volvió a coger en sus brazos al pequeño gigante y se sumó a la marcha al grito de: ¡Viva Franco!


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