martes, agosto 09, 2016
Coro interior en La menor, quina guasa
Titus Andronicus decía muchas tonterías. Era un torrente de palabras desbocadas, que no tenían objetivo implícito, un sin sentido de letras. Siempre sonoro, parlanchín pero noble, eterno en su escueto vocabulario. Un día, de sopetón,dejó de hablar. Pasaron unos días y sus compañeros, extrañados de no oir su palabrería occidental, le preguntaron por qué ya no hablaba más. Titus cogió papel y bolígrafo y escribió que le parecía que ya no hacía gracia. Entonces Responsable Rodríguez, un compañero de trabajo con pocos amigos y menos enemigos, le dijo que nunca habia hecho gracia y Titus Andronicus se empezó a descojonar de la risa.
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