El odio no te deja dormir,
descanso necesario en un
verano caluroso, no excelente
y extremadamente largo.
El odio no te deja respirar,
maquinaria obsoleta en una
luna marchita y pretenciosa.
Reverencia automática,
referencia al presente,
caídas a cámara lenta,
adicción a lo maquillado
y maquiavélico.
La mente reposa en el
odio y éste no te deja
dormir.
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