Le decía que corriese, y la vi dando vueltas alrededor mío. Elsa Pataky hizo un alto, tomó aire y se sacó una burilla. Acercó el dedo eróticamente a mis labios y me la comí con pasión.
Me transformé en Adrian Brody y me fui a bailar el Manhattan boogie boogie con Carlos Checa. No era checho y me desilusionó. Busqué amparo en las tetas de Scarlett Johansson.
Estuve un par de meses habitando en ellos, lo llevaba bien. Hasta que vino otro inquilino y hubo un duelo de bailes.
Resulté ser el perdedor, estaba muy triste. Pero volvió a aparecer Elsa y me dijo que me comiese otra burilla suya, que me transformaría en otra persona. Y así lo hice: a lo mejor, ahora estoy sirviéndote la comida en Singapur.
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