Misteriosamente, una
pisada crujiente inaugura
el deseo confuso de
los miedos y las virtudes.
La exposición al soniquete
y repetición de dedos
índices, no acusadores, obliga
a la amnesia a
acicalarse para los
dioses menores.
Elementos obscenos
decorativos, no sexuales
pero moralmente reprochables.
Bueno, oportunamente
sexuales y de buen
ver.
No hay comentarios:
Publicar un comentario