Me planteo ciertas cosas. Su opaca fragilidad, su desordenada sonrisa, sus largos mechones retorciéndose bajo los rayos del sol. Puedo desconectar su lejana mirada y manipular su respiración. Inspira. Tantear sus gestos y sus costumbres. El problema es que no me hace ni caso. ¡Ay.... la tecnología emocional!
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