miércoles, abril 23, 2008

Ayunas matata


Maitre-El gordo de Fritz apareció un día de febrero. Pidió un tentempié, algo sencillo y ligero. Pero una vez acabado, pidió un plato con más consistencia. Y así sucesivamente.
Cada vez pedía platos más suculentos, más espesos.
El cocinero del restaurante estaba hasta los cojones: no menos de tres veces escupió en alguno de los platos. Pero nada: el gordo de Fritz tenía más y más hambre.

Pero, en una de esas, a Paco el camarero se le ocurrió cortarle los pies sin que se diera cuenta y servirlos. Se agachó disimuladamente y entró debajo de la mesa. Pero no encontró pie alguno, viajó a una dimensión paralela.

Futurible camarero Jones-Bueno, pues creo que finalmente aceptaré el puesto.

Maitre-¡ Excelente! Pues empieza ya. Fritz el gordo, mesa cuatro.




2 comentarios:

Ceda el Paso dijo...

Buenísimo!! Todos hemos tenido alguna vez un Fritz el Gordo en nuestro interior...

vomiton dijo...

...y un camarero rumbero!