Cerré tanto los ojos
que sin ellos me
quedé.
Grité tanto que mi
cabeza en boca
se convirtió.
Tan lento caminé
que mis pies
desaparecieron, y mis piernas también.
Chasqueé tanto los
dedos que mis
manos se agigantaron.
Lo único involuntario
fue lo del ombligo:
fue él solo el que
creció tanto que
hizo desaparecer todo
el tronco.
Y así es como
fui absorbido por
mi ombligo.
Y ahora soy
un simple
ombligo con
forma de culo.

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